Edén

La arquitectura es un modo de cambiar el paisaje. Pasear es otro.

Diletantismo como cultura.

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diletante.

(Del it. dilettante, que se deleita).

1. adj. Conocedor o aficionado a las artes, especialmente a la música. U. t. c. s.

2. adj. Que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional. U. t. c. s.U. t. en sent. peyor.

(Buscón RAE)

A fronte praecipitium a tergo lupi (“Un precipicio al frente y los lobos a la espalda”, el latino equivalente a ‘Entre la espada y la pared’)

El diletante es alguien que hace algo por el puro placer de hacerlo. Pinta figuras de plomo del ejercito bizantino en Menzikert, estudia sánscrito, escribe para él mismo. Gran parte de los científicos/historiadores/lingüistas decimonónicos lo fueron, sin que ello fuera menoscabo de su capacidad ni su valor. Cierto es que la palabra en si suena a un baronet que colecciona mariposas en su casa de campo de Oxfordshire, pero no deja de ser un prejuicio. “Aficionado” es una palabra española que podría reflejar la idea…salvo que aficionados son también los que gritan “¡Gol!” frente a la TV los domingos por la tarde. Me quedo con diletante.

Es la hora de la cultura diletante. Es hora del asociacionismo, de la acción en colectivos auto gestionados. Para bien o para mal no hay mucho dinero ya para “curadores de contenidos”(sic) o grandes exposiciones “comisariada por” . La dinamización cultural debe limitarse con el dinero que tenga a facilitar el acceso a los espacios públicos de los no-profesionales, cuando no capaz de pagar a los profesionales. Cuando no se puede pagar por nada, cuando la cultura no se mantiene con dinero, se mantendrá por amor a ella. Es decir, trabajando por amor al arte. La cultura en eso es como el demiurgo aristotélico. Puede ser objeto de amor, pero no ama a nadie.

Una consecuencia positiva es la perdida de control político de los proyectos culturales. Ya no se puede favorecer a este artista que es mi hijo mediante las influencias en el museo que dirijo, ya no se puede traer desde Ohio a artistas de mi cuerda ideológica, ni vetar a un grupo de música porque sus letras no nos gusten. Cierto es que ceder o no determinados espacios públicos a determinados colectivos sigue siendo una decisión política, pero es mucho menos defendible que se ceda un espacio a un taller de macramé y no a un concierto.

La cuestión es que el apropiacionismo que hace de la completa mercantilizacion de toda actividad la única vía de acción, es errónea. Existe gente que es capaz de hacer cosas por comunicar, por compartir, solo por crear. Pero el mensaje grandilocuente es “la muerte de la cultura”, en lugar de “la muerte del negocio cultural”. El mismo discurso que se empleó contra el p2p vale para la crisis, con la salvedad de que ahora no hay nadie a quien culpar ni condenar en los tribunales. Pero la cultura sigue viva, en cada persona que escribe, en cada taller que se da o en cada exposición de fotografía de un bar. De hecho, es más cultura eso que “el arquitecto de los famosos” en el ex-museo IVAM.

Facilitar el uso de los recursos existentes (meros contenedores vacíos en algunos casos) , mantener las programaciones menos onerosas, evitar actos de puro exhibicionismo (por ejemplo, esas “galas” a mayor gloria de algunos egos) debe ser la acción pública cuando las arcas están vacías. Y, paradójicamente, quizás nos sirva para aprender que hay otro modo de hacer cultura que no pasa necesariamente por “vender cultura”. Y los ciudadanos debemos reclamar el acceso a espacios que son públicos, y que hemos pagado ya. 

Written by ryukenichi

marzo 14, 2012 a 1:57 pm

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